jueves, 1 de marzo de 2018

Adiós muchachxs

Al promediar su show despedida de Buenos Aires, Patti Smith habla. Sabe como tontear, saludar a los que están viendo el show en la pantalla que se instaló afuera, para que quienes se acercaron sin entrada pudiesen verla. Es una profesional: lo hace para que sus músicos tengan tiempo de afinar, cambiar de instrumento, pedir que suban el retorno, cosas así. Ellos se ponen a punto, ella habla. Y dice entonces que con Tony Shanahan pasaron cinco días hermosos en Buenos Aires. Mañana se van a ir, volver a casa, a una Nueva York congelada. Pero antes quieren dejarle un regalo a toda la gente que se ocupó de ellos, dice, y empieza una enumeración que culmina en algún momento con Patti mencionando al Ministro de Cultura. La sala se llena de abucheos, al punto que ella se siente en la obligación de decir algo. “En mi pais no hay un solo integrante del gobierno que se quiera reunir conmigo”, dice encogiéndose de hombros. “Bueno, tal vez no era el Ministro de Cultura, tal vez fue alguien en su nombre. Pero fue muy amable conmigo”, dice con una sonrisa, y pasa a elogiar el CCK, sus salas, y su gratuidad. Y una vez que le ganó a los abucheos, vuelve a insistir con que tienen un regalo para todos los que les hicieron pasar unos días tan bonitos, y arranca con Perfect day, el tema de Lou Reed, sin anunciarlo. Tony y ella se ríen para sí mismos apenas comienzan. Saben que es una canción mortuoria, pero reconvertida a una tarjeta de felicitación inocente y literal. Es una versión hermosa, y uno de los puntos altos del segundo show de Patti en esta visita porteña. Al ser anunciado como un show musical, despierta mas expectativa, y al mismo tiempo desnuda algunas limitaciones. El día anterior, el recorrido musical que hicieron ella y Tony, que se conocen de memoria, sonó mucho mas ajustado. Esta vez la cosa es mucho mas previsible. Arrancan, por ejemplo, con Wing y My Blackean Years, dos temas que ya sonaron en estos días. Dancing Barefoot no, pero el órgano que preside el escenario casi ni suena por los parlantes y nadie parece darse cuenta. No hay batería, además, y se nota. El delicioso For What It’s Worth de Buffallo Springield es un estreno, Patti dice que nunca lo cantó antes sobre un escenario. Explica que lo quiere cantar con Tony a su regreso a Nueva York, en un recital en apoyo a los estudiantes pidiendo el control de armas en los Estados Unidos. Dice que nos va a usar para ensayarlo. Esta nerviosa, y ya sabemos lo que pasa cuando está nerviosa: el mundo lo vio en la entrega del Nobel. Se equivoca en el primer estribillo, hay que admitir que es tramposo y difícil de cantar, y todos la aplaudimos cuando pide perdón y después no se equivoca mas. Con Beneath The Southern Cross viene el primer gran momento de la noche, son sólo ella en acústica, Tony en bajo y Jimmy Rip en guitarra eléctrica (¿se lo habrá recomendado Verlaine?), y la feroz dicción del tema se convierte en rezo. Patti lo sabe y alarga el Groove final, termina la canción levantando a su público, mostrando el pañuelo verde en su puño, y la sala estalla. Pero la banda no se conoce tanto, y A-hard rain’s a-gonna fall no suena tan profética y ominosa como el día anterior, apenas correcta. Impecable nomás. Con el cierre con Because the night va a suceder lo mismo, es una canción que promete --¡es Because the night!-- pero cuando no entrega, la decepción es inevitable. Patti se da cuenta, pide que la gente cante, pero el climax no llega. O no llega como se merece la canción y como promete. People have the power tal vez sea un tema impropio de Patti, directo y simplón, como el Dar es dar de Páez, ponele. Pero rinde como bis, no hay nada que hacerle. Aunque el punto mas alto de la noche es Pissing in the river, otra vez Pissing. Suena entre Perfect Day y Because, y Patti ni abre la boca antes de cantarla. Pienso que es imposible que haga una versión mejor que la del miércoles, y ahí está, es Patti Smith y sus secuaces, la de ayer fue apenas un ensayo, esta corta aún más hasta el hueso. No hay dudas, es la canción que mejor le queda. Brilla, estalla con una intensidad que emociona. Otra vez emociona. Al punto de que saca el micrófono del pie con un solo movimiento, pasa por entre los monitores, y se manda casi hasta la gente, sin dejar de cantar. De pronto mueve la cabeza a un costado, y escupe. Patti Smith escupe, y ese gesto me resulta tan bello que me quedo con él. ¿Bello por que? No lo se, tal vez por rocker, por punk. Supongo que no lo hizo por eso, que solo tiene tos, y simplemente se aclaro la garganta de la manera más directa y simple como para poder seguir cantando. Pero eso también es rock, qué joder.

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